En Guatemala, se han presentado varias acusaciones de corrupción en medio del clima político previo a las elecciones presidenciales.
Magistrada del TSE Blanca Alfaro |
En una reunión privada en la
embajada estadounidense, una magistrada guatemalteca afirmó haber
recibido un soborno de uno de los aliados más cercanos del presidente
para influir en las elecciones supervisadas por la autoridad electoral.
La exclusión arbitraria de varios candidatos serios que podrían desafiar
el statu quo ha llevado a los grupos defensores de derechos civiles a
cuestionar si las elecciones pueden considerarse realmente libres y
justas.
Los demás candidatos son personas
vinculadas a algún segmento de la élite política o económica, mientras
que junto a sus nombres en la papeleta hay varias casillas en blanco que
representan a cuatro candidatos excluidos del proceso por la autoridad
electoral.
Uno de ellos es Carlos Pineda,
empresario independiente que utilizó TikTok para surgir como favorito en
las encuestas. Thelma Cabrera es líder indígena proveniente de una
familia maya mam e intentaba organizar los pueblos indígenas
guatemaltecos en una fuerza política unificada; Roberto Arzú es
dirigente derechista y opositor a las élites políticas.
La contienda se ha convertido
principalmente entre tres candidatos principales: Sandra Torres fue
primera dama durante 2008-2011 y destaca por su promesa para ampliar
programas sociales; Zury Ríos, hija del dictador Efraín Ríos Montt
condenado por genocidio contra pueblo maya ixil y quien busca políticas
conservadoras centradas en la seguridad; y Edmond Mulet, diplomático de
inclinaciones conservadoras que ha criticado la persecución a
periodistas y fiscales.
Las encuestas apuntan a que ninguno de los tres candidatos principales obtendrá mayoría suficiente el domingo, lo que forzaría una segunda vuelta el 30 de agosto.
La exclusión arbitraria de varios candidatos serios y las acusaciones de corrupción han llevado a algunos expertos a afirmar que estas elecciones socavan la democracia guatemalteca
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